Un nuevo nivel de confianza

UN NUEVO NIVEL DE CONFIANZA

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Todo el mundo debería leer esta entrada.

Bueno, entremos en materia…

-¿Qué es lo mejor de la vida?

-Aplastar enemigos, verlos destrozados y oír el lamento de sus mujeres.

Ah, qué grande Conan.

¿Qué pasa, cabronasos?

¿Cómo estáis?

Hoy, para variar, no tenía pensado escribir.

De hecho, anoche me acosté a las dos con una borrachera lo suficientemente potente como para espantar a la muchacha que estaba conmigo jo jo jo.

Bah, no era gran cosa.

Me recordaba a Beaker, el muppet.

¿Por qué? No tenía barbilla. No sabías dónde terminaba su cara ni dónde empezaba su cuello.

Además, le sobraban unos kilitos.

¿Por qué quedé con ella?

¡Porque no tenía plan! ¡Pero hoy sí! És un gran dia el que comença!

Es caso es que me habéis hablado de mil historias que me gustaría comentar y no quiero que se me acumulen.

Creo que a partir de ahora escribiré una entrada al mes o así.

Ya veremos.

Bien, para empezar uno de vosotros me comentó que Ruben Gisbert, un personaje que no trago (hasta el punto de que he bloqueado cada canal de Youtube en el que pudiera salir. No va de coña. Es el típico iluminado de letras que lleva la sofística por bandera y la arrogancia como traje de noche), va a fundar un partido político jo jo jo.

Espera… ¿este no era el que decía que la democracia española era de mentirijillas y que todos los partidos eran mafias y no sé qué pollas más jo jo jo?

El caso es que el tipo que me escribió no entendía cómo pude predecir en una entrada de hace años que Gisbert acabaría así.

La respuesta es simple: soy perro viejo (no tanto, cabrones).

Los tiempos cambian, pero los estereotipos se repiten.

Los jóvenes pensáis que el mundo empezó con vosotros. Pero no es así.

Todo lo que os parece novedoso y rompedor no es más que una puesta al día de algo que a otra generación también le pareció novedoso y rompedor.

He visto ir y venir a muchos mesías como Gisbert.

Lo que yo no entiendo es qué necesidad tenéis de encumbrar a estos siniestros personajes en el poder.

De hacerlos ricos, joder.

Lo digo porque en su día muchos caísteis bajo sus encantos y os llegasteis a creer que todo lo que hacía era por el bien de la sociedad jo jo jo.

Si algo me ha enseñado la vida es que la peña que hace mucho alarde de que lucha por mejorar la vida de los demás tiene otras intenciones.

Es uno de los motivos por los cuales me llevo tan mal con los perroflautas.

Con la gente que se autodefine de ‘izquierdas’, en general.

Son una panda de hipócritas.

Dicen que se dejan la piel por liberarnos del capitalismo salvaje y mierdas así cuando luego utilizan teléfonos móviles cuyos materiales han sido extraídos por niños en situación de esclavitud.

Si no me creéis, investigad sobre cómo se obtiene, por ejemplo, el coltán.

Cada vez que utilizas el puto teléfono estás fomentando de alguna manera la esclavitud infantil.

Cada vez que te compras una camiseta o polo barato del Zara, más de lo mismo.

La realidad es así de dura: para que tú tengas unas zapatillas Nike de excelente diseño y calidades por 100 pavos tiene que haber peña jodida y explotada en algún lugar del planeta.

De lo contrario, los costes se dispararían.

Y así con todo.

Esto los anglosajones lo tienen clarísimo.

Ellos saben que su nivel de vida depende de que otros estén en la mierda y puedan aprovecharse de ellos.

De ahí que hagan tanto hincapié en limpiar su imagen y venderse como los salvadores de la humanidad y los más guapos y los más justos y no sé qué pollas más.

Durante los últimos años hemos visto muchas feministas que también se vendían como las ‘protectoras y emancipadoras’ de las tías.

Una pava normal, por muy de acuerdo que esté con el mensaje de la igualdad y todo eso, no está todo el día taladrando con el puto discursito de los cojones ni atacando de manera sistemática a los hombres como algunas dementes que todos conocemos.

Una tía que sí lo hace es porque, insisto, tiene otras intenciones.

Por ejemplo, vivir de la política.

Cambiemos de tercio, joder.

Uno de vosotros me pasó un TikTok sobre una española viviendo en Londres a la que se follaron y dejaron tirada que me puso de muy mala follá.

Varias cosas.

Muchas españolas que viven en Londres son gordas, feas, locas y padecen un extraño complejo de superioridad hacia los hombres de su propia nación.

Yo he visto cómo tíos que ganaban un pastizal en Londres eran rechazados por estas urracas por el simple hecho de ser españoles.

Estas pavas van en busca de un inglesito que las mantenga sin tener en cuenta que van a competir, entre otras, contra las bellas señoritas del este.

Y son tan cutres que aseguran haberse olvidado de hablar en español tras unos cuantos meses en la capital británica.

Es patético.

Esto no es nada nuevo.

Había una española que estaba liada con Joe Strummer, el cantante de ‘The Clash’, motivo por el que es recordada, que vivía en Londres durante la época del punk original (finales de los 70) y aparecía en una retransmisión de Televisión Española rodeada de punkis y hablando con acento inglés y diciendo que ya se le había olvidado el español.

La podéis ver en este vídeo de Youtube: ‘Palmolive de Las Rendijas Entrevista con TV Española’.

Vamos, que dentro de 50 años también habrá españolas que después de 7 meses en Londres te venderán la moto de que ya no saben ni pedir un buen plato de callos a la madrileña.

De estos que te dejan con retortijones, acidez y ganas de potar durante días, joder.

¿Lo veis? La propaganda anglosajona es muy efectiva.

Por otro lado, el Doctor Oktar Guloglu nos habla de un experimento en el que a unas mujeres les hacían unos tests de personalidad falsos.

Mientras estaban esperando en el pasillo a que fueran llamadas por los psicólogos para realizar las pruebas se les acercaba un hombre muy guapo, alto y bien vestido que les daba conversación con la que excusa de que él también estaba esperando para hacer los tests.

Tras realizar los tests falsos, los psicólogos decían a un grupo de tías que había sacado malos resultados y debía modificar muchas partes de su personalidad.

Que eran, en general, horrorosas, joder.

A las tías restantes les soltaron todo lo contrario: que eran maravillosas, un ejemplo para la humanidad, la luz que debía guiarnos a todos hacia la gloria.

Cuando finalizaban el test falso y regresaban al pasillo el macho atractivo les proponía tener una cita.

Tomar un café, joder.

Pues aquí viene lo sorprende del experimento: todas las tías a las que dijeron que tenían una personalidad de mierda aceptaron la proposición mientras que las otras la rechazaron.

Prácticamente todas tuvieron este comportamiento.

¿Por qué?

Las tías a las que acababan de decir que eran geniales tenían distorsionado su propio valor, su propio atractivo, sus propias capacidades, con lo cual este pavo, pese a que era encantador y tenía un cuerpo envidiable, les parecía poca cosa y declinaban la oferta.

A las otras, sin embargo, les ocurría lo opuesto: como les habían dicho que eran basura se sentían halagadas de que un tipo las invitase a salir.

De hecho, estoy convencido de que posiblemente muchas habrían aceptado en caso de que este tío ni tan siquiera fuese apuesto.

Guloglu nos explica que se debe investigar mucho todavía en este campo, pero que nos volvemos increíblemente creídos, hasta el punto de modificar nuestro comportamiento y la manera en que nos percibimos, cuando se nos asegura que somos la rehostia en patinete haciendo piruetas locas en la inmensa nariz de un argentino, joder.

Por tanto ¿Cómo creéis que pueden afectar las redes sociales y las aplicaciones de contacto a las tías si continuamente, día tras día, les escupen que son guapísimas y geniales y se merecen un palacio más lujoso que el de Caserta por subir fotos a Instagram con unos leotardos ajustados marcando bullarengue?

Por tanto, no es de extrañar que muchas tipas no especialmente agraciadas se lo tengan tan creído.

Ya sabéis, la típica engreída que cuando yo era joven (No hace tanto de esto, joder. No soy tan viejo, cabrones) nadie querría tocar ni con un palo, la armadura de Pegaso, un traje de protección ignífuga, el escudo del Capitán América, tras una pared de plomo para protección radiológica y pilotando un tanque M1 Abrams.

Pero hoy en día tiene un ejército de babosos que quiere follársela.

¡A ella! ¡A ese bicho que es más feo que los tardígrados!

Diré más: ni tan siquiera le debe hacer falta meterse en Internet para convencerse de que es una especie de diosa (del pantano, obviamente jo jo jo).

Puede meterse en grupos de españoles en Londres. Seguro que muchos tipos desesperados le tiran ficha jo jo jo.

De la misma manera que no entiendo por qué hacéis famosos a subnormales (sobre todo, a subnormales de letras o sin carisma), tampoco entiendo los motivos por los cuales le subís el ego a tías que no se lo merecen.

Se supone que Internet tenía que hacernos la vida más fácil.

En cambio, está encumbrando a gordas que en mis tiempos eran carne para los típicos perdedores que se casaban con lo que nadie quería, joder.

Para no quedarse solos, joder.

Tenemos que parar esto.

Según el experimento del que habla Guloglu, una buena manera de volver a la normalidad, o incluso de tener una posición ventajosa, sería haciendo creer a las mujeres que son lo peor jo jo jo.

¿Os lo imagináis? Una campaña en la que todos los hombres del mundo occidental nos pusiéramos como meta bajarles los humos a las tías jo jo jo.

Pero, bah, esto no va a suceder.

Hay demasiados pajeros.

¡Si hasta hay canales de tías tocando instrumentos que tienen millones de visitas porque están buenas cuando hay otros de tíos infinitamente mejores que ellas que se comen los mocos!

¡Nos merecemos estar así, joder!

Cambiemos de tercio que me entran ganas de dar puñetazos a la pared. Y si lo hago se quejan los vecinos y mi gato me mira raro, joder.

Hay un comentario típico de este blog.

Muy, muy, muy típico.

Más típico que el meterme en peleas cuando se acerca la Navidad (no preguntéis).

Vayamos por partes.

Lo que más cuesta de la seducción son los inicios.

Te comes más rechazos que un joven español en busca de empleo y encima no sabes muy bien lo que hacer.

Parece que todas las tías del mundo se hayan puesto de acuerdo para que no la metas, joder.

Es un proceso tan duro que, de hecho, muchos no lo soportan.

Pero los que son constantes, los que no se rinden, llegan a lo que yo llamo la ‘singularidad’.

Es el puto momento en el que la rueda empieza a girar.

Al principio lo hace muy tímidamente.

En plan: ‘buah, este finde me he tirado a una que era un 6. PERO ME LA HE TIRADO. HASTA LE HE SOLTADO UN LECHAZO EN LA CARA. LE HE DIBUJADO UN CORAZONCITO DE ESPERMA CON MI GLANDE. ESTO ES LO IMPORTANTE’.

Y luego otra.

Y luego otra.

Y luego otra que está más buena.

Y luego otra que está más buena que la que está más buena.

Y luego una que físicamente no es nada del otro mundo, pero te hace unas mamadas que te devuelven la fe en la humanidad y hasta en JESUCRISTO.

Y cuando te quieres dar cuenta hay semanas en las que ni siquiera puedes quedar con todas por falta de tiempo.

Pues bien, el comentario típico de los cuatro que llegáis a este punto (insisto en que la mayoría ni lo intenta o se queda por el camino o se saca novia) es que las mujeres hacen que vuestra vida se ‘enrarezca’.

Que os veáis en situaciones extrañas que no podíais predecir.

Que vuestra existencia se vuelve más surrealista que un cuadro de Max Ernst, joder.

La pregunta que os hago es… ¿qué esperabais?

La vida no es como las películas adolescentes yanquis que algunos os montáis en la cabeza.

Estamos hablando de conocer desconocidas, seducirlas, llevarlas a un sitio donde poder bajarles las bragas y soltarles el juguito en su interior.

En efecto, hay muchas tías locas.

Muchísimas.

Sobre todo, a partir de ciertas edades.

Esto tiene un sentido: las mujeres (y tenemos evidencia científica sobre esto) buscan generalmente compañeros con los que tener una relación estable mientras que los tíos preferimos los encuentros esporádicos.

Por cierto, en la peli de Barbie se hace una crítica a este fenómeno.

Teniendo esto en cuenta, las mejores mujeres (no necesariamente a nivel físico. Me refiero también a tías inteligentes o con las que mola hablar o lo que sea) suelen estar pilladas.

Suelen tener novio, tíos.

Tiene sentido ¿no? Si las tías de manera instintiva buscan tener pareja, las más demandadas y admiradas es lógico que la tengan ¿no?

Vamos, que la probabilidad de que te acabes ligando en un pub a una loca es muy alta porque las ‘normales’, digan lo que digan las bolleras feministas, tienden a estar en pareja.

Y si no lo están buscan el tener novio.

Por tanto, la probabilidad de que acabes empotrando a una loca o a una tía problemática o a un monstruo similar es muy alta porque las ‘normales’ suelen estar en casa viendo Netflix con su planchabragas y las pocas veces que salen no están abiertas a tener un polvete con un individuo que acaban de conocer.

Pero es que más allá de esto cometéis el error de meter a todas las mujeres en un mismo saco.

En ocasiones, por influencia de los putos manuales de seducción.

Pues sí.

Así es.

En el mundo real hay tías que beben más que vosotros, se follan al primero que pasa, tienen depresión e inseguridades, están felices con su pareja, tramitan la realidad de una forma peculiar o lo que sea.

Cada tía es un puto mundo, joder.

No es que las tías por el simple hecho de serlo os lleven al surrealismo vital del que muchos me habláis… ¡Son solo un reflejo del mundo en el que vivimos!

Si en vez de ir en busca de chochitos humeantes fueseis a encontrar amigos de todo tipo os pasaría exactamente lo mismo.

O peor.

Mucho peor.

Los tíos solemos seleccionar cuidadosamente a nuestros amigos.

Suelen ser parecidos a nosotros y tener algo en común, aunque solo sea la manera de pasar un viernes noche.

Pero con las pavas no.

Nos follamos lo que sea.

Lo que sea, joder.

Da igual que la tía escuche reggaetón, el aliento le huela a cripta húmeda, sea más sosa que un plato de macarrones sin salsa o una completa imbécil insoportable, os trate como si fuerais escoria…

¡Los tíos la metemos en agujeros de lo más dispares!

Por tanto, no es que las tías per se te lleven por los mismos senderos que Alicia tras atravesar el espejo…

¡Simplemente te hacen estar en contacto con otras formas de pensar o vivir a las que no estás acostumbrado!

Y, sí. Insisto.

Cuantas más tías conozcáis, más comprenderéis que no se puede generalizar tanto sobre ellas como hacen algunos.

Por ejemplo, y esto creo que lo conté por aquí, conocí una tipa que rechazó a un cirujano que era la hostia de guapo y buena persona para quedarse con un chaval calvo, feucho, sin estudios, con un trabajo de mierda, que se pasaba el día fumando porros y la trataba como el fétido zurullo que he soltado esta mañana en el inodoro.

¿Tiene sentido esto?

¿No debería haberse quedado con ‘alfa proveedor’ que, para más INRI, estaba buenorro?

¿Lo veis?

El mundo real no es como en los manuales de seducción.

Va a haber tías que os rechacen para quedarse con un subnormal que objetivamente es peor que vosotros EN TODO.

Las tías cometen actos ilógicos y piensan gilipolleces al igual que los hombres.

Yo qué sé.

Hay peña convencida de que la Tierra es plana o que va a encontrar trabajo estudiando periodismo o que Ruben Gisbert va a salvar el país.

Hay incluso peña que paga por ver cine español.

Todas estas personas viven con nosotros.

Muchas veces no nos enteramos porque las evitamos.

Repito que solemos juntarnos con nuestros semejantes.

Pero están ahí, joder.

Y el ligar es algo que nos lo recuerda continuamente.

Insisto: las mujeres no son tan homogéneas como os hacen creer algunos.

De hecho, os vais a encontrar con pavas más listas, más duras, más fiesteras, más extremas o lo que sea que vosotros.

Yo, por ejemplo, presumo de ser una ‘máquina del sexo’.

A mi edad sigo sufriendo intensos mokkoris cuando me cruzo con una señorita potentorra por la calle.

O con cara de guarra.

Me encantan las tías cuyo rostro parece pedirte un lefazo en los ojos.

Sobre todo, si llevan gafitas. La imagen de mi semen nublando su visión es entrañable, joder.

Pues bien, he conocido muchachas que me han tumbado en el sexo.

Lo digo en serio.

Algunas pavas a nivel sexual estaban muy por encima de mí.

Todas ellas eran de América Latina jo jo jo.

No va de coña jo jo jo.

Pero… ¿no es esto maravilloso?

¿No mola el que semana tras semana las tías nos recuerden que vivimos en un mundo la hostia de complejo y loco con infinitas posibilidades?

En fin, voy a ir a terminado la entrada.

Como ya os he comentado, seguramente escriba mucho menos en el blog, pero las entradas serán más largas.

Así os tendré saciados, cabrones.

Voy a finalizar comentando algo que me hace la hostia de feliz.

Como ya sabéis, hay videoconsolas en mi trabajo.

Yo a veces juego antes de ir a muay thai para no pasar por casa por si acaso me apalanco y me da pereza ir. Ya sabéis: ponéoslo fácil, joder.

Pues bien, hace poco misteriosamente apareció en una estantería, entre toda la morralla, el Street Fighter VI y… ESTOY ENGANCHADÍSIMO.

Sueño con ese puto juego y todo, joder.

En el modo historia vas por Metro City (la misma ciudad que sale en el Final Fight, un juegaso arcade de mi época) peleando contra peña y construyendo tu propio luchador… ¡Con las técnicas de los personajes míticos y algunos nuevos!

Dicho de otra manera, puedes customizarte un cabronazo molón tanto a nivel estético como de movimientos.

El combate es fantástico.

Tiene el modo clásico y uno moderno que está muy bien ejecutado y hace que las partidas sean muy dinámicas y espectaculares.

Mola mucho hacer combos, tíos.

Este juego me flipa tanto que hasta me estoy planteando pillarme una Play solo para jugarlo.

Pues bien, me resulta GLORIOSO el echar una partida al Street Fighter VI, al poco estar dándome de hostias de verdad en muay thai y volver a casa en coche escuchando PANTERA.

Es como una PUTA BOMBA DE TESTOSTERONA.

ME SIENTO VIVO, JODER.

Pienso: ‘joder, he llegado a un punto donde casi todo lo que hago me hace estar de lujo’.

Y entonces Phil Anselmo grita con toda su furia ‘A NEEEEEEEEEEW LEVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEL OF CONFIDENCEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE AND POWEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!!!!!!’.

Y yo canto junto a él y me pongo agresivo y se endurecen mis músculos y me entran ganas de invadir Polonia, joder.

Felices polvos, cabrones.

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