Nuestro lugar en el continente.

NUESTRO LUGAR EN EL CONTINENTE

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Esta entrada va sobre la percepción que se tiene de los españoles en ciertos países del centro y norte de Europa, los retos que enfrentan y si vale o no la pena emigrar. También comento un fenómeno muy curioso sobre la realidad informativa en los tiempos que corren.

Bueno, entremos en materia…

Ayer leí una noticia que pasó desapercibida, pero a mí me causó una gran inquietud.

Me refiero a un estudio conducido por las universidades de Oxford y Navarra titulado ‘Calidad periodística y pluralidad: claves para la confianza informativa en la era de la inteligencia artificial’.

Su objetivo era revelar cuáles son los hábitos informativos de la gente.

Pues, bien, uno de los datos más escalofriantes salidos de este estudio es que casi la mitad de la población evita las noticias de manera recurrente.

Sobre todo, los menores de 35.

No es que no las consuman, que por supuesto, sino que las rechazan.

Como cuando notas un cosquilleo en el brazo y ves que tienes una araña paseando por él y le sueltas una pedazo de hostia gritando ‘¡Quitaaaa, bichooo!’.

Por favor, pensad en esto un momento: alrededor del 40% de la población no es que no se entere una mierda de lo ocurre a su alrededor… ¡Es que no quiere enterarse!

Esto es terrible, joder.

Recuerdo que cuando era pequeño soltaba lo típico de ‘¡No quiero ver las noticias! ¡Son un rollo!’ a la hora de comer.

Entonces mi padre pegaba un salto, daba una voltereta doble en el aire mientras se ponía un traje de ninja y aterrizaba en el suelo soltándome una potentísima colleja que se escuchaba hasta en los pueblos vecinos: ¡¡¡SPLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASHHH!!!

Y me aseguraba: ‘Si no te haces una pequeña idea de lo que pasa en el mundo eres como un perro’.

Tenía razón.

Sinceramente, no entiendo cómo hay tanta gente que de manera voluntaria y teniéndolo todo a su favor escoja el vivir entre tinieblas.

Creo que durante los últimos años nos hemos centrado tanto en la peña polarizada en tal o cual espectro político que nos hemos olvidado de otro grupo muy importante: los analfabetos por convicción.

He estado indagando un poco sobre por qué hay tanta peña que pasa de todo.

Algunos de los motivos que dan estos analfabetos por convicción son la fatiga informativa, la total falta de interés en cualquier movida que les haga pensar un poco, el miedo a convencerse de que el mundo es un lugar horrible, el no tener las suficientes armas para entender muchos de los conflictos y retos actuales (por ejemplo, de índole geopolítico o económico), etcétera.

Qué más da.

Por muchas excusas que expongan sigue siendo un fenómeno descorazonador.

Las noticias, incluso las más tendenciosas vertidas por medios claramente ideologizados, te hacen comprender, conocer y razonar sobre el mundo en el que vivimos.

Desde el que nos queda más cerca de casa hasta el más remoto.

El que voluntariamente haya tantos idiotas que no quieran salir de Instagram, TikTok o el Elden Ring es preocupante a muchos niveles.

Por ejemplo, que su voto valga tanto como el de cualquier otro.

Aunque, bueno, parece que tampoco votan.

Las altas tasas de abstención de las pasadas elecciones europeas serían un claro reflejo de que lo único que les importa es ver una serie de NeSFliS después de cenar alguna mierda ultraprocesada.

En España no votó el 51% de la población. No fue algo aislado. Casi todos los países tuvieron una abstención lo suficientemente alta como para que nos planteemos el sentido de la democracia en el S. XXI.

Vamos a ver…

El problema de que tú pases de la realidad es que esta no pasa de ti.

Es decir, por muy ajeno que vivas a todo en algún momento vas a tener que aterrizar los pies en el suelo.

Si no sabes nada de nada de nada… es decir, si ni tan siquiera sabes qué cojones está ocurriendo en tu país o ciudad a nivel político-social vas a ser poco más que un zombi.

Un zombi al que todo le sale mal.

Luego me sorprendo cuando en el país en el que vivo me tropiezo con jóvenes españoles sin alguna formación o experiencia relevante ni un buen colchón económico para imprevistos e ir tirando que esperan residir aquí COMO REYES DECIMONÓNICOS porque ellos lo valen; porque han visto el canal de un influencer que viaja mucho e invierte en criptos y asegura que fuera de España paseas por la calle y la gente te lanza lingotes de oro.

Pero es que otro dato del estudio mentado es que casi la mitad de los jóvenes prefiere informarse a través de influencers y abomina de los medios tradicionales.

Esto explicaría el éxito de un partido troll español que da vergüenza ajena (hasta el punto de celebrar su victoria en las pasadas elecciones en una disco teniendo entre sus invitados al Pequeño Nicolás) llamado ‘Se acabó la fiesta’.

Pero no ha sido el único caso, sino algo común en toda Europa.

En Chipre, por ejemplo, un influencer de veintipocos ha conseguido entrar en el parlamento europeo sin tener ni puta idea sobre política ni haber votado en su vida.

Este personaje, llamado Fidias Panayiotou, hace contenido de un grandísimo nivel (adviertan el tono irónico).

Por ejemplo, cómo colarte en los trenes de Japón sin pagar un duro o una célebre serie de vídeos abrazando celebridades como Elon Musk.

Es decir, estamos entrando en una nueva era para la democracia donde cualquier idiota va a poder llegar a lo más alto… ¡Sin ni siquiera hablar de política! ¡Sin experiencia previa! ¡Sin saber una puta mierda sobre el tema! ¡Mintiendo sin pudor! ¡Haciendo vídeos sobre cómo pintarte las uñas o cómo mezclar la quinoa en tus ensaladas!

¿Os dais cuenta? ¡Estamos rodeados de idiotas!

Pero, bueno, esto no es de lo que quería hablar.

Resulta que recibo bastantes masajes… bueno, no, quería decir mensajes… je, je, je… el suSconSienTe y todo eso… je, je, je…

Bien, como iba diciendo, recibo bastantes mensajes de peña preguntándome cosas sobre la vida en el centro y norte de Europa.

Uno de ellos lo recibí este pasado sábado.

Era de un tal Raulyto que me hacía preguntas del tipo qué tan bien estamos considerados los españoles por allí, si noto xenofobia o si realmente vale la pena la aventura a nivel de salarios y demás.

Vamos, lo típico.

Lo que vais a leer a continuación no va a ser más que mi propia visión del asunto.

Quiero decir, no os lo toméis como una Biblia porque en un tema como el de habitar en un país extranjero cada uno tiene su propia colección de verdades.

Pero, vaya, me apetece mucho hacer una puta entrada contándoos mis experiencias y reflexiones al respecto.

Antes de empezar, quiero dejar claro que en todo momento voy a estar tratando los países a los que suelen emigrar los españoles en busca de empleo: Reino Unido, Suiza, Alemania, Dinamarca, Suecia, Países Bajos, Noruega, Austria…

¿Por qué? Son los que conozco y en los que resido/he residido.

Quiero decir, que desconozco las experiencias y retos del típico influencer que vive de hacer vídeos estúpidos en Tailandia o del típico barcelonés que con lo que saca de los alquileres que heredó de su abuelo puede estar con todo tipo de lujos en Guinea Ecuatorial.

Tampoco va de países del este que están subiendo como la espuma o de otros que se han hecho ricos hace cuatro días como Irlanda.

¿Ok?

Repito: esto va de los ‘típicos’ a los que se van los españoles.

Las naciones europeas que tradicionalmente nos han acogido, joder.

Existen dos tipos de españoles en el extranjero: los que están fuera porque les sale de las pelotas para mejorar algo su situación personal/financiera, o cambiar de aires, o todo lo anterior a la vez, como es mi caso, y los que lo hacen porque no les queda otra.

Los primeros suelen vivir mejor por el simple hecho de que si en un país con un mercado laboral tan funesto como el español nunca tuviste demasiados problemas para encontrar trabajo, en otros mercados más eficientes lo más probable es que tengas hasta donde elegir y todo, oye.

La experiencia global en el extranjero de los primeros suele ser más gratificante que la de los segundos.

¿Por qué?

No es lo mismo que te paguen un salario top en una empresa top con condiciones top, viviendo en una casa para ti solo calentito y con todas las comodidades imaginables (empezando por una buena tostadora, joder. Todos necesitamos una buena tostadora en casa, joder), que estar en un país donde hace mucho frío, hablan en élfico, la gente es muy seria y la comida sabe a grasa de tocino concentrada limpiando platos, soportando un jefe indonesio que te grita y trata como pus de grano adolescente y compartiendo un apartamento diminuto con un albano con cara de psicópata al que le gusta afilar sus cuchillos militares, una coreana que se pasa el día llorando y un lituano que siempre está borracho.

Es decir, en el primer caso compensas las mierdas del país de acogida que te provocan urticaria, como pueda ser un clima de mierda, con otras que te levantan más el ánimo que unas copitas de vermut mientras que en el segundo te toca joderte, aceptar lo que hay y recordarte a ti mismo que no tienes otras opciones.

Que si te largas de ahí lo único que te queda es volver a pasar días y días en casa de tus padres sin un duro y nada que hacer.

Días y días en los que mandas cientos de currículums para ofertas de empleo con miles de inscritos de las que sabes que nunca te van a llamar.

Días y días en los que te come la envidia viendo cómo otros progresan y se lo pasan bien y viajan mientras tú sigues siendo un adolescente de 35 años.

Dicho de otra manera, la experiencia de emigrar va a variar mucho dependiendo de tu perfil.

También de tu personalidad.

Un amigo siempre me dice que si me soltaran en mitad del desierto me las apañaría para encontrar trabajo, hacer amigos y hasta follarme a una local escondida entre las dunas.

Pero no todo el mundo es como yo.

No todos son tan extrovertidos, joder.

Los locales ya tienen sus grupos de amigos y rutinas.

Me hace gracia cuando algunos besugos aseguran que los de tal o cual sitio son ‘cerrados’.

Siempre les hago la misma pregunta: ¿Cuántos amigos extranjeros tenías tú en España?

Es decir, no esperéis que la peña de lugares lejanos os reciba con los brazos abiertos y quiera pasar tiempo con vosotros.

De entrada, vais a estar solos. No vais a conocer a nadie. Vais a tener que volver a crear un círculo de amigos. Y a veces cuesta. Mucho.

En esto las tías lo tienen mucho más fácil porque siempre encuentran babosos que las aguantan y entretienen para ver si se las follan.

Pero si eres hombre es un proceso más largo y complicado.

Llegados a este punto toca tratar un tema polémico.

¿Estamos bien considerados los españoles? ¿Cómo nos ven? ¿Cómo nos tratan?

En este mundo hay peña que puede tener a su lado un loro gigante con antifaz y sombrero mexicano tocando unas maracas y bailando una cumbia sabrosona que no se entera de que está ahí y otros que son capaces de ver una pulga en las botas negras de alguien que está a 10 kilómetros de distancia.

¿Qué quiero decir con esto?

Que si preguntáis a los españoles sobre si han sentido xenofobia o no obtendréis básicamente dos tipos de respuestas: los que os dirán que jamás y los que os dirán que sí y os pondrán miles de ejemplos.

No suele haber un término medio.

En el caso de los países que estamos tratando, los del centro y norte de Europa, os puedo asegurar que SÍ.

No es discutible.

Existe una gran xenofobia y complejo de superioridad hacia los del sur.

Si os dicen que no es porque, de verdad, muchos no se enteran de una puta mierda de nada.

Sin ir más lejos, hace no mucho estuve con un español muy bonachón tomando unas copas con unos nativos.

Cuando se fueron estos y nos quedamos a solas el español me soltó ‘mira que son educados y buena gente’ siendo que se pasaron media tarde riéndose de él.

Vamos, que no se dio cuenta de una mierda.

Y es que a lo que he dicho de que mucha gente no se entera de nada, o no quiere enterarse, hay que sumarle el tema del idioma.

En el trabajo muchos extranjeros son funcionales porque captan las palabras ‘clave’ de lo que se les pide o se lo dicen en un inglés sencillito que comprendería hasta el propio M. Rajoy.

Pero en una conversación hablada entre nativos se pierden.

O no llegan a captar sus distintos niveles de profundidad.

La xenofobia en estos países no es como en las pelis de Hollywood.

Es decir, rara vez van a ponerte con la boca abierta sobre un bordillo para pisarte la cabeza.

Influye también la manera en que se crían, que es bastante distinta a la ‘latina’.

Aquí tienen muy claro que debes tener dos caras: la ‘social’ y la ‘real’.

La primera la muestras a desconocidos o en ambientes formales y laborales mientras que la segunda ante las cuatro personas con las que tienes confianza.

Esta ‘hipocresía’ con la que se crían desde niños les impide, por ejemplo, soltarle a un negro que es un ‘mono’, lo cual es muy distinto a que no lo piensen.

En los países latinos, herederos de Roma donde el tema de la raza no fue nunca relevante, sucede lo contrario.

Podemos llamarle ‘mono’ a un negro para picarle en un momento dado, como pueda ser un partido de fútbol, aunque en el fondo su color de piel y rasgos nos importen una mierda.

Valoramos otras cosas, como si es trabajador o buena persona, joder.

De hecho, los latinos somos especialmente creativos a la hora de insultar.

Tenemos un talento innato para hacer resaltar los defectos o rasgos más diferenciales de la gente que nos rodea jo jo jo.

Vamos, que a menos que pilles a un guiri fuera de control, como el de la entrada ‘El Suceso’, es muy difícil que alguien te insulte o desprecie por motivos de raza o cultura de una manera excesivamente ‘directa’.

Sería algo tan políticamente incorrecto que automáticamente perdería cualquier atisbo de razón, joder.

Esto no quita que se sientan superiores a ti y que la xenofobia/complejo de superioridad les salga de manera inconsciente en contextos y situaciones de lo más diversas.

Sin darse cuenta de ello, joder.

Vamos, que sí; que si eres español en estos países tarde o temprano vas a tener que lidiar con la xenofobia.

¿Queréis pruebas de ello?

Los resultados de las últimas elecciones europeas demuestran que en estos países tienen muy claro que aborrecen la inmigración africana.

Gran parte del auge de la extrema derecha europea se debe a esto.

Pero no os equivoquéis.

Parte de su discurso, que lo he escuchado mil veces, es que los del sur somos unos vagos que vivimos de los impuestos de los del norte.

He llegado a escuchar que España es un país en vías de desarrollo que si no fuera por la UE estaría como Venezuela.

Que ellos nos mantienen.

Es exactamente el mismo discurso que tienen los indepes catalanes con el resto de España jo jo jo.

Es decir, ellos saben que necesitan inmigración por un tubo. Y más con las bajas tasas de natalidad que asolan el continente.

Entre la inmigración africana y los del sur de Europa pues nos prefieren a nosotros.

Pero no os equivoquéis: los locales siempre tienen y tendrán preferencia.

De hecho, desde que vivo en el extranjero he escuchado a muchos españoles contar historias del tipo ‘subieron de categoría/dieron cierto trabajo molón a alguien del país mucho menos formado que yo que tenía menos experiencia’.

No os equivoquéis: por mucho que os paguen en el extranjero no vais a dejar de ser inmigrantes.

Es una etiqueta que no os vais a poder quitar jamás.

Puede que ni vuestros hijos se la puedan sacar.

Pero es que, además, en el caso de España resulta delirante la imagen que algunos tienen de nosotros.

Se piensan que venimos de algún páramo desolado en el que la gente duerme la siesta apoyando la espalda sobre la blanca pared de una casa medio en ruinas.

Vamos, que muchos tienen una imagen de España parecida a la que Hollywood daba de México en décadas anteriores.

Algunas pavas nos ven como si fuéramos los protas de una telenovela americana.

Yo a veces juego a adoptar este rol para follarme rubias potentorras jo jo jo.

Y luego se lo cuento a mis amigos y nos descojonamos jo jo jo.

Tampoco saben mucho de nuestra historia ni pollas en vinagre.

Pese a que España ha sido uno de los países más importantes y relevantes de los últimos 500 años a nivel mundial, para ellos, insisto, somos como un páramo en el que tan solo hay algunas playas y lugares de fiesta.

Cuando les he comentado que España es uno de los países con más patrimonio de la humanidad y que tiene mil lugares de interés histórico/cultural, incluso mil lugares de interés natural, algunos se han sorprendido mucho.

Qué coño, se han llegado a reír en mi cara. Y no lo digo en plan exageración.

Y me han comentado que España es solo un lugar al que vas para pegarte una fiesta ‘barata’.

O que el sueño de muchos es trabajar en remoto desde España, con salarios de sus países, para estar siempre de cachondeo, con buen clima y gastando la mitad.

Resumiendo: nos ven como una panda de morenitos paletos que viven de las limosnas que nos da Europa y de las borracheras que se pegan en verano.

Lo tienen tan asumido que, de hecho, adoptan una actitud paternalista hacia nosotros.

No es solo algo que yo haya experimentado. También me lo han dicho varios españoles residiendo en países tan dispares como Suecia o Países Bajos.

Y lo he leído mucho en foros de expatriados y tal.

Es muy hardcore, tíos.

Cambian desde su carácter hasta la entonación o el lenguaje corporal.

Para que me entendáis, es como cuando la típica petarda de Madrí se va a un país africano y se graba hablando con los del lugar como si fueran retrasados o algo así.

Y ya ni te cuento la forma en que esta imbécil trata a los niños, que le parecen animalicos graciosos o algo así a los que sacar fotos y acariciar y mostrar en el Insta vivAAAAA!!!!!

Vale, tal vez me haya pasado con la comparación. Pero sí que es verdad que nos tratan ‘distinto’.

Es difícil de explicar hasta que no se vive.

Claro, cuando los del centro/norte se cruzan con alguien como yo su relato se pone en entredicho porque no solo sé más sobre muchas materias que ellos, sino que además soy más eficiente y productivo.

El que yo tenga más cultura que ellos, haya viajado más o incluso lleve un nivel de vida más alto les peta la cabeza porque, de verdad, tienen muy metido, hasta la médula, el discurso de que somos unos muertos de hambre simplones que tan solo piensan en follar.

Llega a tal punto que muchos germanos son incapaces de darme la razón incluso cuando les demuestro de todas las maneras posibles que estaban equivocados o que hacen mal esto o aquello.

Hay algo en su puta cabeza que les impide reconocer que otro al que consideran ‘inferior’ les haya dejado en evidencia.

Incluso cuando te aceptan como igual o por encima no pueden dejar de tener un cierto halo de paternalismo.

Por ejemplo, una vez pillé a mis jefes soltando que era muy ‘trabajador’ y ‘competitivo’, pero que era normal porque venía de un país ‘pobre’ en el que para ‘sobrevivir’ tienes que luchar y estar muy despierto.

Vamos, que están convencidos de que me he criado en una fabela brasileña o algo así.

De verdad que muchos se piensan que vivimos en algo parecido a un país hispanoamericano de serie yanqui controlado por narcos (y eso que los propios países hispanoamericanos no son tal y como los muestran los yanquis en sus productos audiovisuales para masas).

Desde que estoy aquí entiendo por qué todos estos países hace no mucho trataban como verdadera escoria a los indígenas de sus colonias (todo lo contrario de España, por mucho que digan los indigenistas que tanta brasa dan últimamente) o por qué votaron en masa a un hombrecillo supremacista con un bigotillo ridículo que les llevó hacia su propia destrucción (aunque ahora les vendan la moto desde el colegio de que nadie le apoyó jo jo jo es surrealista, tíos jo jo jo) o por qué no saben una mierda sobre nuestra historia y mierdas similares.

De hecho, y esto creo que lo conté por aquí, a mí me han llegado a preguntar si en la Edad Media los españoles también llevábamos armaduras jo jo jo.

Cómo explicarles que nos pasamos gran parte de aquellos siglos combatiendo a los musulmanes y de ahí que haya tantos castillos en la Península y de ahí también que militarmente nos convirtiéramos en el país más poderoso del puto planeta.

Llegados a este punto muchos puede que os estéis preguntando por qué cojones no me vuelvo a España siendo que tengo mi propio piso, no tendría dificultades para encontrar trabajo y no sería un ciudadano de segunda.

En primer y principal lugar, porque estoy ganando un pastizal.

No voy a decorarlo con romanticismos y clichés baratos: lo que cobro aquí es impensable en España.

Pensad que mi intención es prejubilarme.

Entre lo ahorrado, lo que saque de la jubilación y el alquiler de mi piso en Barcelona pienso pegarme una vidorra padre en lugares tan dispares como Costa Rica o Tailandia.

Os recomiendo mucho Costa Rica. Es un país precioso, aunque bastante caro en comparación con sus vecinos.

Estoy hasta los huevos de trabajar.

He currado mucho en esta vida, joder. Demasiado, joder.

Creo que me lo merezco.

Dicho de otra manera, los guiris se aprovechan de mi talento y yo de su dinero.

Si no me pagasen semejante pastizal los iba a aguantar su puta madre.

En segundo lugar, porque he conocido gente maravillosa con la que me llevo muy bien.

Son muchos años ya y personas estupendas hay en todos los rincones del mundo.

Hasta en Cataluña.

Bueno, no.

En Cataluña no jo jo jo.

Es coñaaaaaaaaaaaaaaa. Aisss, tened un abrasito. Ya pasó. Ya pasó.

Además, si te haces respetar muchos que de entrada te miraban por encima del hombro te acaban apreciando más que cualquier español.

De hecho, otro de los motivos por los cuales estoy contento de estar aquí es porque, pese a que suene contradictorio, me siento la hostia de valorado.

En España me creía la última mierda reseca de perro del descampado donde aparcan los coches de los habitantes de los edificios-colmena colindantes que no ganan lo suficiente como para tener una plaza de garaje en propiedad, joder.

En tercer lugar, porque me pone muy nervioso la actitud general de los españoles.

Es decir, en 2.008 hubo una crisis que casi mandó el país a la mierda y todavía no se ha hecho nada para salir del bache o recuperarnos.

Encima tienes que escuchar al presidente (que pese a todas sus tropelías, mentiras, mala gestión y bajarse los pantalones ante los indepes sigue teniendo bastante respaldo popular) diciendo que la economía va como un cohete jo jo jo.

Es que te tienes que reír, macho.

Reír por no pegarte un tiro en la sien, joder.

Una noticia de hace unos días fue que España es el país del euro con mayor riesgo de pobreza.

Somos ya el tercer país con mayor riesgo de pobreza de la UE.

En estos países del norte/centro de Europa les gusta mucho sacar estas noticias sobre España.

Diría que hasta las sacan más que en la propia España.

¿Por qué? Les refuerza ese sentimiento de superioridad del que os he hablado.

Y también lo de que los del norte subvencionan a los del sur.

Estas noticias gustan mucho a los de ‘derechas’.

De hecho, muchos son increíblemente críticos con las cosas que suceden en el sur, pero no quieren ver lo que ocurre en su propio país.

Vamos, que estas noticias a veces también son como cortinas de humo para no recoger sus propios escombros.

Los españoles también hablamos muy mal de nuestro país.

Me he cruzado con muchos que no paran de decirle a los putos guiris que somos el país más corrupto de Europa o que somos unos ‘fachas’ retrógrados o que estamos más en la ruina que Berlín en 1946 o que tal o cual.

Vamos, que nos damos muy mala imagen a nosotros mismos.

Los catalanes son con diferencia los más pesados y catastrofistas en este sentido.

Si son indepes, son pesados y catastrofistas x 8.

Además, suelen finalizar sus flemas y negatividad hacia España hablando de lo que será Cataluña tras la independencia.

Vamos, un lugar lleno de praderas más verdes que las de Irlanda donde correrán en libertad los más bellos y coloristas unicornios.

El suelo de Barcelona se abrirá y de él saldrán una gran cantidad de edificios colosales en los que se alojarán las nuevas empresas y fabricas catalanas que serán las más importantes e innovadoras del globo terráqueo.

La deuda contraída, pese a que ya se la está perdonando vuestro presidente, desaparecerá gracias a los conjuros de un poderoso mago catalán llamado Rondinaire.

El catalán pasará a ser la lengua más hablada del mundo. No solo generará obras más importantes que el Quijote, no. Hasta la gente de ciencias sabrá que es un pa amb tomàquet.

Los catalanes, al no tener que mantener a los vagos ‘españoles’, verán como sus cuentas corrientes se hincharán hasta tal punto que ni tan siquiera podrán ser tratadas por los sistemas informáticos de los bancos que las soportan. Demasiadas cifras. Demasiado volumen, joder.

Las nubes, que son muy fachas, volverán a descargar sus lluvias sobre el territorio catalán para que los ríos de la región parezcan lagos canadienses.

Bah.

Todo esto son exageraciones y mentiras de gente que, precisamente, si viera las noticias sabría que no hay país libre de crimen e hijos de puta.

¿En qué te basas para decir, por ejemplo, que España es el país más corrupto de Europa? ¿Conoces la corrupción de todos los países?

Y así con todo.

Es por este motivo que yo JAMÁS hablo mal de España con guiris.

Al contrario, tan solo salen alabanzas de mi boca.

Digamos que así intento equilibrar un poco la balanza hacia nuestro favor, joder.

Pero lo más hardcore es que a la mayoría de españoles todo esto le da igual.

Es como si viviera ajena a la realidad o algo así.

Como si el hecho de que no la contraten ni para servir cafés en el Bar Manolo de la esquina se debiera a un terrible mago negro o una maldición voodoo lanzada desde el corazón de Haití.

Como si el hecho de que cobre lo mismo que hace 20 años fuese algún tipo de complot por parte de los ‘fachas’.

Es este pasotismo como forma de vida el que te lleva a estar 40 años en el mismo puesto de trabajo al lado de tu pueblo sin un incremento salarial y sin que tus jefes te hayan invitado nunca a una mísera cerveza.

Ese conformismo ridículo de quienes tienen 40 años, están en el paro y viven con sus papás cuando en mi actual país de acogida he conocido peña de Gambia que cruzó el estrecho en patera y se ha sacado estudios de grado medio y ya está trabajando y pensando en comprar su primera vivienda.

¿Me quieres decir que tú, que te has criado en un país del primer mundo y lo has tenido todo a tu favor para labrarte un futuro prometedor, no puedes ni encontrar un trabajo en una fábrica o poniendo copas a borrachos británicos?

Eso se lo cuentas a tu mamá que todavía te mantiene, campeón. A mí no me la cuelas.

Dicen que España es el país de la ‘pasión’.

Puede que alguna vez la tuviéramos, pero ya no.

Es el país en el que todo se va a la mierda y la peña sigue apoyando a parte de los responsables.

Es el país donde un hijo de puta te roba en la cara y tú te quedas tirado en el sofá, rascándote las pelotas, swarf swarf, y dándole por respuesta: ‘poh vale. La puerta está al fondo a la izquierda. Pásame una cerveza antes de salir, porfa’.

Vamos, que el vivir en España se me hace muy cuesta arriba porque lo tiene todo a su favor para ser de los países más potentes y ricos del mundo, pero se empeña en azotarse continuamente la espalda con saña. Con mucha saña, joder.

Todas las empresas más fornidas de Europa están llenas de españoles a los que les gustaría regresar a la tierra del jamón y la sangría, pero no tal y como está el panorama actual.

No con esas condiciones y cobrando, como mucho, de 35.000 a 40.000 al año.

Hasta que no cambien las reglas del juego no vuelvo ni de coña.

Y nada parece indicar que vayan a hacerlo.

Vamos, que el vivir en España para mí supondría, además de cobrar menos, el estar de muy mala hostia por lo fatal que va el país, por lo que se la suda a la peña y porque no se hace nada al respecto.

Para finalizar, hay otro punto muy importante para mí que a muchos os hará gracia.

Me refiero al tema del ruido.

Me he acostumbrado tanto al silencio y la tranquilidad que ya no podría vivir con la contaminación acústica de España que, por cierto, me han comentado que actualmente es incluso peor porque cada vez es más común que vivan 7 en un piso con capacidad para 2.

Pues, bueno, con esta entrada, larguísima, me he quedado muy a gusto.

Quería expulsar todo esto cual zurullo pestilente en una mañana de resaca.

Espero haber contestado a Raulyto y transmitiros a todos los que hayáis llegado hasta aquí que el vivir en el extranjero dista mucho de ser un camino de rosas.

Os animo a ser escépticos con todos esos youtubers que os venden la moto de que es maravilloso.

No. El estar fuera tiene sus puntos positivos y también sus negativos.

Tenéis que poner en una balanza si os compensa o no.

En mi caso, por el momento me compensa.

Felices polvos, cabrones.

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